AYPATE Y EL ORO AYABAQUINO

Los Guayacundos Ayahuacas tenían por Apu a este cerro en memoria a su fundador Aipa Atiq, "el que alcanza lo más alto". Cuenta una leyenda que al inicio de la población de nuestra provincia, estas tierras estaban habitadas por animales salvajes y así como ellos también lo eran los hombres que vivían en las montañas enfrentándose unos a otros para sobrevivir, estos pleitos aumentaban aun más en las temporadas de sequías que secaba los ríos y cuarteaba la tierra, muriendo los niños y niñas de hambre, llegando a sacrificar seres a sus dioses para que aplacara el castigo de la sequía. En las partes más altas entre los pajonales y las lagunas había un pueblo que vivía sembrando la tierra y criando su ganado, gobernado por un sabio anciano que viéndose de avanzada edad quiso dejar su mando a una persona más joven.El gobernante tenía una hija muy hermosa e inteligente llamada Pacha Sonqo (corazón del mundo) a quien le pidió que buscara a uno de los habitantes de la comarca y se casara para así poder dejar esta tierra con la tranquilidad de asegurar su descendencia. Ella comprendió la preocupación de su padre, pero al ver que los hombres que poblaban estas tierras eran fieros guerreros que se mataban entre ellos llenando la tierra de sangre, le pidió que con el hombre que se casaría sería con aquel que atrapara un venado sin hacerle daño.
El gobernante llamó a los pobladores y les comunicó de lo acordado con su hija. No demoraron en llegar los aspirantes con sus enormes venados atados con toscas sogas y que al ser revisados todos presentaban alguna herida: una pata golpeada, rasguños en el cuello, un cuerno roto o cualquier otra herida. Cuando todo parecía perdido, a lo lejos de la plaza se divisó a un joven vestido de blanco acompañado por un gran venado que caminaba tranquilamente a su lado llevando una carga de cuerdas y lazos sobre el lomo. De los cuernos del venado como del rostro del joven irradiaba una brillante luz como la del sol.El único lazo que sujetaba al venado era un cordón muy delgado que más parecía un adorno y hasta ese entonces era el único venado que no presentaba heridas.El joven transitaba de casualidad por esos lugares, pero el gobernante lo llamó y lo consideró como el ganador, razón por la cual los competidores se opusieron diciendo que el no estaba en la competencia y que seguro había criado el venado desde pequeño. Pacha Sonqo dejó su lugar, se acercó, al joven lo saludó y le preguntó si deseaba tomarla como esposa y ser el gobernante de su pueblo. Él respondió que se sentía muy agradecido por esa consideración, pero que él no era un guerrero ni estaba acostumbrado a gobernar y que apenas si podía gobernarse asimismo. En ese momento y más motivado aún por lo que escuchó del joven, el gobernante sabio tomó la palabra y con voz quebrada dijo: “El dominio de uno mismo es el más difícil de todos los gobiernos" con esta frase expresó su aprobación al matrimonio. Ordenó a los sacerdotes que le den su bendición. Los feroces guerreros y cazadores vestidos con pieles de puma y osos, cinturones de serpientes, plumas de cóndor y con cabezas trofeo, protestaron enérgicamente y tras unos gritos de inconformidad soltaron a sus venados para dejarlos ir, pero el joven tejedor al ver que los venados se iban heridos emitió un alto sonido como un canto e hizo que los venados se detuvieran, mirándolo al joven respondieron con un suave balido acercándosele e inclinándose a su lado.El joven los recibió y se los entregó a sus dueños, los feroces guerreros se despojaron de sus armas arrodillándose ante él, reconociéndolo como su señor. En ese momento hasta la naturaleza se alegró brindando un beso de lluvia a la tierra. Los jóvenes se casaron y organizaron un gobierno sabio y justo, dejando muchas enseñanzas. Así empezó una larga época de paz y felicidad en la tierra de los Guayacundos Ayahuacas con su fundador conocido como Llapa Atiq (El vencedor) Aipa Atiq (El que alcanza lo más alto) o AYPATE. Este personaje tuvo la gran sabiduría de gobernarse a sí mismo y poder dominar la naturaleza en perfecta armonía Hombre - NaturalezaHay que recordar que el arte supremo de gobernar es: "ganar batalla sin causar muertes, vencer sin agredir, gobernar es estar en plena armonía con la naturaleza sin destruirla."

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