LA DOCTRINA DE UNA PERSONA Y DOS NATURALEZAS EN CRISTO



¿Cómo dos naturalezas personales pueden constituir una sola persona?
Este asunto no había sido estudiado, pese a las preposiciones presentadas por los monarquianos dinamistas. Según la fórmula de Tertuliano sobre una persona en dos sustancias, un medio aparentemente adecuado para resolver la situación.
Los teólogos occidentales, con la teoría se sintieron liberados de la responsabilidad planteada en oriente.
El problema cristológico a la vez que presentaba un intento claro y provocativo de solución.
La cristología de este entusiasta se plasmó en oposición a la doctrina arriana de la mutabilidad de logos y a la yuxtaposición externa de las dos naturalezas de Cristo enseñada por los teólogos de Antioquia, diciendo que el hombre que es de los cielos es uno, a quien confiesan como Dios, y el hombre de la tierra otro, diciendo que el primero es increado y al segundo creado.
Apolinar quería construir una cristología tal que no arrojará la menor sombre de mutabilidad sobre la persona de Cristo, y la muerte redentora de Cristo sería sólo la muerte de un hombre.
Es imposible hacer concebir enteramente en una persona la divinidad y la humanidad. El resultado inevitable sería quedarnos con dos personas. No es posible que dos cosas completas lleguen a ser una, solo porque la carne de Cristo es una persona única con su divinidad es posible adorar a Jesús sin incurrir en la adoración de un hombre.
Apolinar consideraba la tricotomía de la naturaleza del hombre como lago establecido a base de uno. El Logos asumió el cuerpo y el alma de un hombre, pero tomó el mismo lugar del espíritu.
Por eso podemos decir que el ser viviente único consiste en algo que es movido y algo que mueve, y no son dos, ni se compone de dos seres completos y semovivientes.
Cristo es una persona con una vida persona en mente, y voluntad y energía, es decir, la persona puramente divina.
Porque al encarnarse, Dios tiene en la carne humana simplemente su propia energía, no quedando su mente sujeta a las pasiones sensuales y carnales, sino que queda libre para guiar divina e impecablemente la carne y sujetar las emociones carnales, no sólo invencible por la muerte, sino con capacidad para destruirla.
No es el hombre Jesús una persona y el Logos divino otra.
Porque así como el hombre es uno, más tiene también dos naturalezas.
El hombre Cristo preexiste, no como si el espíritu, el Espíritu divino, fuese de oro que de él, sino de tal manera que el divino Espíritu en la naturaleza del hombre divino, era el Señor.
Si Cristo solo hubieses sido hombre, o sólo Dios, no habría podido ser mediador entre Dios y el hombre. La carne es, por lo tanto un órgano vital adaptado a los sufrimientos de acuerdo con los propósitos divinos, y ni las palabras de la carne ni los hechos de ella son suyos, y habiendo sido sometida a sufrimientos, como a la carne corresponde, prevaleció sobre los sufrimientos por ser la carne de Dios.
En las décadas antiguas los capadocios atacaron sus puntos de vista, Concilio de Alejandría. Fueron movido a hacerlo principalmente por su sentido general de la integridad de la naturaleza humana de Jesús tal como los relatos de los Evangelios la presentan.
Apolinar restaba explicar cómo podrían existir en una persona dos naturalezas personales.
Debemos reconocer en Cristo por ende dos entidades completas. Esto se aplica tanto a la naturaleza como a la persona. Si hacemos un resumen podemos decir que el hijo de Dios moró dentro del hijo de David.
La unión entre los dos no es, por lo tanto, natural sino moral según la buena voluntad el hombre Jesús desea lo que Dios desea. La deidad se hace eficaz por medio de él. Hay un querer y una energía.
La forma de está unión, según la buena voluntad, manteniendo las dos naturalezas son mezcla, muestra también que la naturaleza de ambos es inseparablemente una, y la voluntad una, y la energía una, como consecuencia de la existencia de un dominio y gobierno en ellos.
La adoración de Jesús es sólo posible, pues, en cuanto el adorador combina en su pensamiento su humanidad y su divinidad.
Como decía Apolinar La unidad de la persona es puesta en peligro. No se puede decir que lo divino se haya hecho realmente hombre, porque sólo queda una unión moral relativa entre dos personas. El significado religioso de esta unión es que Cristo, en prototipo y en ejemplo, representó la unión del hombre con Dios, en voluntad obediente.
La concepción abstracta de Dios que la fundamentaba impedía una comprensión concreta e histórica de la naturaleza del Dios – hombre.
La unidad de la vida personal de Jesús resultaba problemática, aunque tal vez este problema tenía solución. La tendencia de la soteriología griega hacia una edificación mística de la humanidad por medio del Dios hombre no parecía armonizar con la teoría propuesta por los antioqueños.
Los otros teólogos griegos intentaron resolver el problema de manera distinta, siguiendo la línea de Atanasio: El Dios – hombre es una unidad concreta, en quien, empero, discriminamos por abstracción, dos naturalezas, los capadocios mantuvieron, en lo esencial, la misma posición. Pero confrontado por el problema de Apolinar.
La contemplación de los atributos de la carne y de la deidad permanece sin confusión, en cuanto se refiere a cada uno de ellos en  sí mismo. Así la humanidad llora en la tumba de Lázaro, mas la deidad lo llama a la vida.
Incompleto como todo esto es, nos permite percibir claramente el propósito de estos escritores. El carácter histórico de Cristo los obliga a mantener las dos naturalezas completas. Así como la unión interna de la misma.
Cirilo nos conduce también por otro sendero. Hemos de reconocer “un hijo, un señor, un Cristo” como “los dos perfectos”, “las dos naturalezas proceden juntas en unión inquebrantable, sin confusión ni mudanza. En manera alguna disminuimos la concurrente unidad cuando decimos que ella de dos naturalezas.
Pues como el Logos era Dios antes de su descenso a la tierra, así, habiéndose hecho hombre es nuevamente uno. Por lo cual se ha llamado mediador entre Dios y el hombre.
Es muy difícil ofrecer un resumen correcto del concepto de Cirilo. Si comenzamos con su fórmula fundamental, “una naturaleza del Logos divino, hecha carne. El  Logos ya no es más sin carne, pero no por ello viene a ser una personalidad duple, “sino que sigue siendo uno”.
La concepción de Cirilo, como la de Atanasio, medro en un suelo religioso. Puesto que el Logos asumió toda la naturaleza humana, ésta llega a ser partícipe de Dios y de la inmortalidad: “Porque Cristo, el primer hombre… la raíz, por así decir, y las primicias señaladas de los transformados por el espíritu por novedad de vida, debía efectuar la inmortalidad del cuerpo, y hacer a la raza humana, ya, graciosamente y en su totalidad, salva y segura, en la participación de la naturaleza divina”.
La cristología de los teólogos occidental contemporáneos, debemos decir que los dirigentes de la Iglesia occidental no miraron la gran cuestión de la época como un “problema”. Como mantenían firmemente las fórmulas de Tertuliano.
Puedo decir que el manto de la carne, ha sido colocado sobre la sabiduría inmutable. También Ambrosio habla de un vaciamiento y de un esconderse de la divinidad sin definirlo, empero con mayor lucidez, dado que la forma de Dios y la forma de siervo son consideradas como propiedad del Ser encarnado.
Por otro lado la doctrina cristológica de Agustín. Es para él un hecho absolutamente axiomático, el que dos naturalezas o substancias completas, constituyen una persona en Cristo, “Cristo es una persona de doble sustancia, porque es a la vez Dios y hombre”, “Ahora ha aparecido en verdad el mediador entre Dios y el hombre, a fin de que, combinando ambas naturalezas en la unidad de una persona, pudiese exaltar lo ordinario mediante lo extraordinario y temperar lo extraordinario por medio de lo ordinario.
Agustín habla también de la combinación de las naturalezas como una “mezcla”, “el hombre es unido, y en alguna manera mezclado con la Palabra en una unidad de persona”. Es una mezcla de alma y cuerpo; en esta persona, hay una mezcla de Dios y hombre”.
La Designación de María como “Madre de Dios” es una controversia que está ganando popularidad, despertó su oposición. Nestorio sostenía el punto de vista antioqueño tradicional; siendo el Logos, por ser divino, absolutamente inmutable, no pudo nacer.
El hombre Jesús era el órgano de la divinidad, de aquí que el Logos como Dios es estrictamente distinguido del hombre, pero sin hacer por eso dos hijos o dos Cristos.

LA CONTROVERSIA EUTIQUIANA Y LOS CONCILIO DE ÉFESO Y CALEDONIA.
El interés en el hombre Jesús, Cristo debe ser Dios a fin de poder deificarnos; el cristianismo práctico tendía cada vez más a hallar su única forma de expresión en la doctrina y los misterios eclesiásticos. La concepción práctica de la persona de Cristo demandaba, pues, este concepto, y la administración de los ministerios en el ritual de la iglesia la complacía.
El Papa está representado por tres legados, que fueron informados de que la doctrina católica estaba contenida en la “carta doctrinal” La carta de León no fue ni siquiera leída. Eutiques fue restaurado. Flaviano, Eusebio de Dorylaeum, Teodoreto, Domno de Antioquia y otros, fueron depuestos.
León  se constituyó en el refugio de los “humildes y pequeños”, es decir, del partido de oposición, que buscaba ayudar al trono apostólico. León ya no necesitaba el concilio y lo declaró inoportuno, particularmente porque había de realizarse en Nicea y no en Roma.
Una naturaleza llora la muerte de Lázaro, la otra lo despierta de los muertos. Puede decirse, en consecuencia de la unidad de la persona, que el Hijo del hombre descendió del cielo y que el Hijo de Dios fue crucificado y enterrado. Dos naturalezas antes de la encarnación, una después es igualmente profana en ambos miembros. Quien considere real la muerte de Cristo, no puede negar que el hombre a quien ve sufrir es de nuestro propio cuerpo.
Las contradicciones cristológicas de Oriente no hallaron solución, por no hablar de una solución del problema cristológica general. Pero en el curso del desarrollo se introdujo afortunadamente no podemos considerarlo de  otro modo un elemento que bajo la forma que la discusión había entonces asumido y la terminología del momento.

MOVIMIENTOS NACIDOS DE LAS CONTROVERSIAS CRISTOLÓGICAS Y EL RESULTADO DE LA AGITACIÓN
En la historia general se trato de lograr una unión con su Henoticon, se confiesa que Cristo verdadero Dios y verdadero hombre, es consubstancial con el padre según su divinidad y consubstancial con nosotros según su humanidad, pero “uno y no dos”. Porque decimos que los milagros y cualesquiera sufrimientos hayan sobrellevado en la carne son uno. Quienquiera que adopte una doctrina distinta de ésta, haya sido enseñada antes o ahora, en Caledonia o en cualquier parte del orbe.
Anastasio fue sucedido por Justino I. Este se hallaba bajo el dominio de su Sobrino Justiniano, que luego le sucedió en el trono imperial.
La teología de la época de Justiniano se acomodó a las tendencias del Emperador. Esto se ve con particular claridad en el caso del monje “escita”, pariente de Vitaliano.
El reconocimiento de dos naturalezas conduciría a dos hipotasis, o al nestorianismo. Leoncio elude esta consecuencia introduciendo la idea de una naturaleza intrahipostática; es decir, una naturaleza puede combinarse con su otra para formar una unidad de tal manera que, aunque tenga la característica peculiar de su propia existencia, tiene sin embargo su substancia en la otra naturaleza.
Así parece resuelto el problema de la época dos naturalezas independientes, y sin embargo una sola hipótasis. Que justificado el Credo de Calcedonia, y queda justificado Cirilo, porque la hipostasis de Cristo es así la hipóstasis del Logos.
En el quinto concilio ecuménico, el Papa Vigilo, que estaba presente, protesto contra la condenación, como consecuencia fue denunciado por mentiroso.
Puedo Severo decía que son dos naturalezas un Cristo, resumiéndolo que reconocían dos naturalezas después de la unión.
La capacidad de sufrimiento no es pues, natural a él, sino que descansa en su libre voluntad.
Justiniano toleró a los monofisitas. Aún en la capital tenían distinguidos representantes, Juan y el incansable peregrino Jacob el Baradai pudo lograr mucho en la unificación y fortalecimiento del partido.
En otra carta el Papa volvía a rechazar el debate sobre las energías y empleaba la fórmula de León, que cada una de las naturalezas, obra en comunión con la otra.
Hay dos naturalezas con sus peculiaridades, pero una hipóstasis y una persona del Logos divino, junto con carne racionalmente animada.
Volvemos a la contemplación del curso de los sucesos. El Papa Martín I realizó un amplió sinodo en Roma en 649, sin aguardar la aprobación imperial. En él se también al Tipos, que hizo a un lado con la acusación mensaz de verdadera naturaleza en él desaparece. El sinodo decidió de acuerdo con sus deseos, añadiendo al Creso de Calcedonia: “dos voluntades naturales, divina y humana, y dos operaciones naturales”.
El concilio de Constantinopla señala la terminación de los grandes movimientos intelectuales que agitaron a la iglesia desde los días de Apolinar, Nestorio y Cirilo. No dio origen a nuevas ideas ni a tendencias intelectuales, porque la época no ofrecía la energía religiosa para ello tal ausencia se advertía en el hecho de que, como en todas la épocas de decadencia, faltaba el valor de emprender algo nuevo. Las dos naturalezas deben ser aprehendidas en su pleno significado, no sólo en cuanto a la exterior, sino también con respecto a la vida espiritual profunda y a su centro, la voluntad.
Roma en gran parte de la Historia ha sido poderosa. Roma era un poder político. El deseo de preservar intacta la unidad de oriente y occidente hizo que los emperadores griegos dependieron de las enseñanzas dogmáticas de Roma.
Puedo decir que tal cosa haya sido posible, y el Credo de Calcedonia no sólo haya podido mantenerse sino, pese a la más enconada oposición, dominar todo el desarrollo del futuro, indica claramente que es un gran error el colocar toda la cristología oriental bajo el simple rótulo de monofisismo.
En vista de lo anterior podemos decir que fueron las intrigas de los calculadores demogogos de Roma y de los consejeros imperiales de Constantinopla lo que compuso la fe de la iglesia. Tal afirmación no es inexacta, pero tampoco es correcta.
Para comprenden la verdad de esta afirmación, basta considerar la cristología de Máximo, un griego a carta cabal y fanático areopagita. Así se fórmula cristología de la Iglesia griega.
Es calcedonia, pero limita la humanidad de Cristo tanto como le es posible.
Juan de Damasco también dio la forma final a la cristología en el territorio griego. La dogmatica de este dirigente refleja, a su vez, el carácter de los siglos precedentes. La fe es un “asentamiento sin inmoderada curiosidad” a la doctrina incomprensible del Dios trino, los dogmas de la iglesia y las declaraciones de los Padres.
Asimismo en la formula de Cirilo: Una naturaleza del Logos divino hecho carne”, el término “hecho carne” indica “la esencia de la carne”. La unión de las dos naturalezas está implícita en el reconocimiento una hipostasis. En este punto Juan sigue a Leoncio.
Es verdad que no hay naturaleza sin hipostasis, ni esencia sin persona; pero dos naturalezas pueden tener una hipostasis común. La carne de Cristo no tiene otra hipostasis que la que también tiene. La carne de Cristo no tiene otra hipostasis que la que también tiene el Logos; “sino que es enhispostática en la misma hipóstasis”. La hipostasis Logos, por lo tanto, vino a ser la hipostasis de la carne anteriormente interpersonal.



OPINIÓN PERSONAL
Para mí el reconocimiento de dos naturalezas conduciría a dos hipotasis, o al nestorianismo. Es verdad que no hay naturaleza sin hipostasis, ni esencia sin persona; pero dos naturalezas pueden tener una hipostasis común. La idea de una naturaleza intrahipostática; es decir, una naturaleza puede combinarse con su otra para formar una unidad de tal manera que, aunque detenga la característica peculiar de su propia existencia, tiene sin embargo su substancia en la otra naturaleza.
Así parece resuelto el problema de la época dos naturalezas independientes, y sin embargo una sola hipótasis. Que justificado el Credo de Calcedonia, y queda justificado Cirilo, porque la hipostasios de Cristo es así la hipóstasis del Logos.
La unión de las dos naturalezas está implícita en el reconocimiento de una hipostasis.
Además podemos decir que el ser viviente único consiste en algo que es movido y algo que mueve, y no son dos.
Cristo es una persona con una vida personal en mente, y voluntad y energía, es decir, la persona puramente divina.
Dios tiene en la carne humana simplemente su propia energía, no quedando su mente sujeta a las pasiones sensuales y carnales, sino que queda libre para guiar divina e impecablemente la carne y sujetar las emociones carnales.

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